¿Qué son las alergias respiratorias?

Podemos definir las alergias respiratorias como una reacción o respuesta inmunitaria a sustancias que generalmente no son dañinas, para nuestro cuerpo. Nuestro sistema inmunitario normalmente no protege contra sustancias nocivas como son virus y bacterias. Pero en ocasiones, nuestro sistema inmunitario también reacciona antes sustancias extrañas, que denominaremos alérgenos, que suelen ser inocuas y en las que para el resto de personas (no alérgicas) no causan ningún problema.

Tanto niños como mayores, podemos reaccionar fuertemente cuando un agente externo entra en contacto con nuestro sistema respiratorio, desencadenando algunos síntomas en el sistema inmunológico, como son por ejemplo estornudos, tos, exceso de mucosidad, etcétera.

Dependiendo de la reacción que se produzca, podemos sufrir de rinitis, e incluso tener algún síntoma de asma. De esta forma, si nos encontramos con estornudos, picor y secreción nasal, estaremos ante una rinitis alérgica. Esta rinitis alérgica se podría definir como una manifestación alérgica del sistema respiratorio superior. Esta reacción alérgica puede afectar a nuestra forma y calidad de vida, por este motivo es muy importante conocer los factores que la provocan.

Principales factores que provocan alergia:

Entre los factores principales de la rinitis alérgica nos encontramos con:
· Polvo
· Polen
· Animales
· Hongos

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Signos y síntomas de alergias:

Para saber si tu hijo sufre de alergia respiratoria, tendrás que comprobar si presenta alguno de los siguientes síntomas o signos:

– Dificultad para respirar.
– Conjuntivitis.
– Tos.
– Lagrimeo.
– Picazón en los ojos, nariz, boca, garganta o piel.
– Secreción nasal
– Sarpullidos en la piel.
– Respiación sibilante.

Recuerda que la gravedad de las reacciones alérgicas variará en función del tipo de alergia, por lo que entre dos niños los síntomas pueden ser diferentes. Además, el lugar donde viva también puede afectar al tipo y gravedad de alergia sufrida.

Por lo general, los alérgenos por vía aérea provocan estornudos, picazón en ojos, nariz y garganta, congestión nasal y tos. En los casos más graves, también se pueden presentar dificultad para respirar o respiración sibilante.

¿Cómo prevenir la alergia?

Para prevenir la alergia, lo mejor es acudir a tu médico. En el caso de los niños, no olvides llevar a tu niño al pediatra, para que él le haga un examen físico y tras un breve cuestionario puede determinar a qué se deben los síntomas de la alergia. En algunos de los casos es necesario realizar una serie de pruebas cutáneas, analíticas de sangre, radiografías de tórax u otras pruebas como la de tolerancia al esfuerzo, para determinar la gravedad del asunto y poner el tratamiento más conveniente.

Evitar alergias en el hogar:

Si tu hijo o algún miembro de tu familia sufre de alergias respiratorias deberás tener especial cuidado con la limpieza e higiene de tu hogar:

– Es recomendable evitar las mascotas o mantenerlas fuera de la habitación en la que se encuentre el niño, durante el periodo de alergia respiratoria. Si tienes una mascota, es recomendable bañarla regularmente.

– Durante la temporada de alergia es recomendable retirar las moquetas o alfombras de la casa, sobre todo en la habitación del afectado, ya que éstas pueden acumular polvo.

– Reduce la humedad relativa de tu hogar.

– Lava la ropa en agua caliente, para reducir la cantidad de ácaros de polvo.

– Evita el contacto con el polen del exterior, cerrando puertas en las épocas de polinización, utiliza un sistema de aire acondicionado con filtro de partículas, tanto en casa como en el coche, o utiliza mascarillas con filtro a la hora de salir de casa.

– Limpia tu hogar con frecuencia, evitando acumulaciones de polvo.
– Mantén limpio y secos los baños, para evitar acumulaciones de moho.

Tras seguir todas estas medidas, no olvides que la cita con el pediatra o médico de cabecera es la mejor solución contra cualquier tipo de alergia, incluso las alergias respiratorias. El personal especializado sabrá valorar tu caso y te indicará cuál el tratamiento más adecuado: descongestionantes, antihistamínicos, corticoides o vacunas.