Comerse o morderse las uñas es un hábito adquirido, tanto de adulto como de niños, que está muy mal visto en nuestra sociedad, por varias razones, por higiene, educación y el más importante, por salud. Pero sin duda representa uno de los comportamientos más difíciles de interpretar y corregir.

El hecho de comerse las uñas suele aparece a partir de los tres años de edad, y generalmente se asocia a estados de nerviosismo, ansiedad, cansancio, estrés y aburrimiento. Únicamente en aquellos casos en los que al niño se le ve feliz y sano, es decir, aquel niño que juega, estudia, come bien, duerme bien y se divierte, podremos decir que se trata de una costumbre pasajera. En estos casos, lo mejor es no interferir y esperar a que se le pase.
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Si ves que tu hijo se muerde las uñas, habrá llegado el momento de poner especial atención y comprobar en qué momentos del día suele hacerlo. Existen muchas razones por las que el niño haya adquirido el mal hábito de comerse las uñas, bien porque las cosas en el colegio no le van como esperaban, porque no se encuentra contento consigo mismo, o bien porque en ese momento esté viviendo una situación de ansiedad, nerviosismo, miedo, tensión o de grandes cambios en su entorno. Y en algunos casos excepcionales, algunos niños se muerden o comen las uñas simplemente porque les gusta hacerse daño, otros niños, se muerden las uñas, y solamente dejan de hacerlo cuando empiezan a sangrar. Hay niños que se muerden las uñas y solamente paran cuando estas sangran.

Según estudios pediátricos comerse las uñas (o moderse las uñas) es uno de los hábitos más comunes de la infancia, junto a la de chuparse el dedo. Se estima que cerca del cuarenta por cierto de los niños, entre cinco y dieciocho años, se muerden las uñas. Morderse las uñas es un vicio de larga duración, que afecta en igual medida a niños y a niñas, durante los primeros años de vida, en cambio, a medida que van creciendo los niños son más propensos a continuar con este mal hábito, ya que la mayoría de las niñas intentan cuidarse las uñas para que parezcan más bonitas.

Para evitar que tu hijo se coma las uñas o se muerda las uñas, no le insistas mucho al niño sobre su mal hábito, limítate a informarle, ya que si le agobias, podría ponerse más nervioso y hacerlo de forma más continuada. Como alternativa, opta por untar los dedos de tu hijo en una sustancia de sabor desagradable, pero antes trata de convencerlo de que es una actitud necesaria si no quiere hacerse más daño. Si en algún momento, ves que el problema aumenta o se agrava, lo mejor será consultar con un especialista, bien con el pediatra de tu hijo, bien acudir a la consulta de un psicólogo.