¿Qué son las convulsiones febriles?

Las convulsiones febriles son aquellos ataques que pueden sufrir los niños o bebés, cuando les sube la fiebre. Suelen producirse principalmente en niños entre seis meses y seis años de edad. Esto es debido a que, los niños, menores de seis años, en su cerebro se está formando el aislamiento entre los nervios, es lo que se conoce con el término médico de mielinización.

En algunas condiciones, como la subida de la temperatura por la fiebre, las neuronas sufren una excitación, que desencadenan en un pequeño cortocircuito, con su correspondiente descarga, que hace que el niño se sacuda, haga movimientos extraños, e incluso, pierda el conocimiento. Se deben dar estos tres últimos factores, para que se reconozca como convulsión febril típica.

Lo normal es que las convulsiones febriles aparezcan el primer día de fiebre, y no duren más de quince minutos. Tras el episodio el niño se quede medio dormido. Pero no te preocupes, porque al rato volverá a estar normal. Aunque los siguientes días de fiebre, suba más la temperatura, seguro que no aparecen más convulsiones, a no ser que aparezca otra infección.

¿Cómo debo actuar ante las convulsiones febriles? ¿Qué debo hacer?

Ante una convulsión febril, lo primero que debes hacer es guardar la calma. Aunque a veces cuesta guardar la calma, tienes que intentarlo, ya que es lo mejor tanto para ti como para el niño. Coloca al bebé o al niño en un lugar seguro, donde no pueda hacerse lesiones durante la convulsión. Quita todos los objetos que existan a su alrededor y puedan hacerle daño.

A continuación, en medida de lo posible, deberás aflojar la ropa del bebé o niño. Pero siempre, sin intentar detener los movimientos de su cuerpo, debes dejar que el cuerpo del niño se mueva a su antojo.

Observa que el bebé o niño pueda respirar sin obstrucciones. Si el niño tiene algo en la boca, trata de quitárselo o bien, colócalo en posición boca abajo o en la de seguridad de lado, para evitar el atragantamiento.

Trata de bajar la fiebre del niño, bien por el uso de medicamentos como Dalsy o Apiretal, o bien, por medios físicos, como un paño húmedo por la frente o un baño de agua templada.

Si la convulsión dura más de diez minuto, ha llegado el momento de buscar ayuda médica urgente. Una vez que haya terminado la convulsión febril, lleva al niño al pediatra, para que pueda determinar la causa de las convulsiones. Si el niño presenta síntomas de cuello rígido, letargo o vómitos, no dudes en acercarte al hospital más cercano.

Consecuencias, a largo plaza, de las convulsiones febriles.

A lo largo de los años se han hecho varios estudios para comprobar si las convulsiones febriles pueden tener consecuencias a largo plazo, en aquellos niños que alguna vez las han sufrido. Finalmente, se ha demostrado que estas convulsiones no están relacionadas con otros problemas como la epilepsia o el retraso mental, entre otras. De hecho, parece ser, que aquellos niños que han sufrido convulsiones febriles, cuando crecen tienen mayor capacidad de concentración.

Si tienes más dudas sobre las convulsiones febriles, no dudes consultar a tu pediatra, él mejor que nadie te podrá aconsejar y buscar una solución si es necesario.