Tras un largo invierno, salir a jugar al aire libre, a la calle, al parque o al campo, será el mejor regalo que le puedas hacer a tus hijos, porque además de ser muy divertido, favorece el desarrollo físico y psíquico de los más pequeños.

Está claro que, jugar al aire libre es muy saludable, pero también has de saber que es una excelente forma de estimular el cerebro de los niños y desarrollen su imaginación. Los niños que son activos, saltan, corren y van de aquí para allá, son más capaces de prestar atención en clase, seguir las instrucciones de sus profesores, padres o tutores, y de trabajar en grupo. Además, el hecho de explorar y descubrir cosas nuevas, es un potente ejercicio de concentración.
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Y es que jugar al aire libre no sólo estimula las facultades físicas del niño, sino también los sentidos: olfato, oído, tacto y vista, que se desarrollarán de forma inconsciente al contacto con la naturaleza.

Jugar al aire libre con otros niños es fundamental para que los niños puedan entrar en contacto con otros niños, dialoguen entre ellos, inventen nuevos juegos y aprendan a respetarse entre ellos. Jugar en familia es una experiencia única. Aprovecha al máximo el tiempo que puedas pasar jugando con tus hijos, y no te preocupes si se manchan o se llenan de tierra. Tanto si vais con o sin juguetes, lo mejor para reforzar el vínculo afectivo, será enseñarles nuevos juegos que no conozcan, pero también dejar que ellos te enseñen a ti los suyos. Verás que bien lo pasáis juntos, jugando al aire libre.