La figura del padre:

Antiguamente el padre representaba al figura de autoridad del hogar, y su presencia afectiva no era indispensable ni considerada necesaria en la educación de los niños. Afortunadamente eso ha cambiado y hoy en día, sabemos que la figura del padre ejerce una influencia muy positiva en la formación de la personalidad del pequeño, desde que es un bebé.
El padre siempre ha sido el representante de la ley, la autoridad y la seriedad para los hijos, e incluso para sus parejas. Cumplía con un rol de principal encargado de decir “no”, reprochar y castigar, si fuera necesario. Además, de ser el mayor responsable económico del hogar, dejando en este sentido a la madre en un papel secundario, siendo la encargada del lado emocional en las relaciones padres e hijos.

Cambios en la figura del padre:

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Gracias a que la mujer se ha ido introduciendo en el mundo labora, que son cada vez más independiente económicamente y que pasan más tiempo fuera de casa, los roles familiares han ido cambiando. Este hecho, también ha dado lugar a “nuevas familias”, considerándose familia a aquellas compuestas por una sola madre o padre (monoparental), familias reconstruidas, etcétera. Pero lo más importante, es que todo estos cambios han hecho que el padre se involucre más tanto en la educación de sus hijos, como en otros aspectos del día a día, en la que se incluyen alimentación, baños, juegos,… mostrando mayor afectividad.

Importancia de la figura del padre:

Los expertos están de acuerdo en la importancia de la figura del padre para los niños, desde su nacimiento hasta la edad adulta, llegando a ser tan importante como la figura materna. Que un padre juegue con los más pequeños, les cuente cuentos o se impliquen en su cuidado, no significa para nada la pérdida de su virilidad ni de la identidad masculina. Además, los hijos verán en esta figura, un ejemplo a seguir, y las hijas, buscarán, cuando sean mayores, un modelo de hombre parecido a su padre.