La leche materna es la fuente perfecta de nutrición para los bebés, porque contiene cantidades apropiadas de carbohidratos, proteínas y grasas, y suministra igualmente enzimas digestivas, minerales, vitaminas y hormonas que requieren todos los bebés. La leche materna también contiene valiosos anticuerpos de la madre que pueden ayudar al bebé a combatir las infecciones.

La leche de vaca, en sí misma, es inapropiada para bebés menores de 1 año y si se les suministra a temprana edad, pueden desarrollar una alergia a los productos lácteos. Aunque la leche de vaca contiene la mayoría de los componentes de la leche materna, estos componentes no se encuentran en las mismas cantidades. La leche de vaca también carece de agentes inmunológicos llamados anticuerpos, que ayudan a proteger a los niños hasta que su propio sistema inmunológico se desarrolle completamente.

Las fórmulas preparadas comercialmente pueden estar basadas en leche de vaca sin grasa, proteína del suero o proteína de soya. Con el fin de suministrar una dieta balanceada al bebé, las fórmulas deben ser enriquecidas con carbohidratos, grasas, minerales y vitaminas. Sin embargo, los anticuerpos encontrados en la leche materna nunca pueden agregarse a las fórmulas.

La leche materna es el mejor alimento que una madre puede ofrecer a su hijo recién nacido. No solo considerando su composición sino también en el aspecto emocional ya que el vínculo afectivo que se establece entre una madre y su bebé amamantado constituye una experiencia especial, singular e intensa.

La leche materna contiene todo lo que el niño necesita durante los primeros meses de la vida. Protege al niño frente a muchas enfermedades tales como catarros, bronquiolitis, neumonía, diarreas, otitis, meningitis, infecciones de orina, enterocolitis necrotizante o síndrome de muerte súbita del lactante, mientras el bebé está siendo amamantado; pero también le protege de enfermedades futuras como asma, alergia, obesidad, enfermedades inmunitarias como la diabetes, la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa y arterioesclerosis o infarto de miocardio en la edad adulta y favorece el desarrollo intelectual.

Los beneficios de la lactancia materna también se extienden a la madre. Las mujeres que amamantan pierden el peso ganado durante el embarazo más rápidamente y es más difícil que padezcan anemia tras el parto, también tienen menos riesgo de hipertensión y depresión postparto. La osteoporosis y los cánceres de mama y de ovario son menos frecuentes en aquellas mujeres que amamantaron a sus hijos.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), la Academia Americana de Pediatría (AAP) y el Comité de Lactancia de la Asociación Española de Pediatría recomiendan la alimentación exclusiva al pecho durante los primeros 6 meses de la vida del niño y continuar el amamantamiento junto con las comidas complementarias adecuadas hasta los 2 años de edad o más.